Reflexiones para tí.

El escudero

¡Adelante! -respondió el escudero- Haga usted todo lo que tenga pensado hacer, que cuenta con todo mi apoyo. 1 Samuel 14:7.

¿Por qué apoyar a alguien que me pone en riesgo de vida y por lo que no voy a ganar nada por hacerlo? Si Jonatán quería ir al campamento enemigo, lo podía hacer tranquilamente. Solo no tenía por qué llevar consigo al anónimo escudero, que tenía como responsabilidad, solo llevar la armadura del príncipe, no arriesgar la vida por una decisión (bastante insensata) del gobernante.

A veces, nuestra responsabilidad es -únicamente- llevar la armadura, lo que no nos hará famosos ni colocará nuestros nombres en la historia. Si tenemos mucha suerte y el príncipe es conocido, podremos aparecer en el relato como “el escudero”. No seremos nunca los personajes centrales de la historia, apenas un actor secundario.

El Oscar al mejor actor de reparto ¿tiene el mismo valor que el del mejor actor protagónico? Puede que la estatuilla sea la misma, pero…

En general, es difícil encontrar escuderos. Todos queremos ser estrellas. Todos queremos ser próceres. Si no tenemos el primer plano, no nos interesa la escena.

Sabiendo que iba a arriesgar su vida sin ganar nada a cambio, el escudero no discute, no plantea opciones, no pone condiciones, simplemente asegura: “Haga todo lo que tenga pensado hacer” y remata: “cuenta con todo mi apoyo”.

Para llegar a este nivel de compromiso, necesariamente tiene que haber una clara consagración, una profunda dedicación y una lealtad a toda prueba. El escudero no busca su triunfo particular, sino que colabora con su señor para que la misión sea cumplida. Para él, es más importante el fin perseguido que los instrumentos usados para conseguir esa victoria.

Acompañando a su jefe, el escudero se anima a entrar en el campamento filisteo. Él no se atreve a atacar a los enemigos del pueblo con la fuerza militar que tiene; obviamente, sabe que ellos dos solos no conseguirán derrotar a un ejército entero. Jonatán cree: “Espero que el Señor nos ayude, pues para él no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos” (1 Sam. 14:6). Un poco de fe puede mover montañas; puede derrotar a un ejército: puede hacer que tu vida cambie.

¿No sería increíble que seamos en nuestro día a día, sin importar las situaciones ni las complicaciones, escuderos de nuestro Dios?

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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